En medio del campo, junto a un viejo olivo, había un pozo que ya no tenía agua. Los vecinos lo usaban como basurero.
Un día, Daniel, un joven agricultor, decidió limpiarlo.
Los vecinos al verle trabajar el pozo le decían:
—Estás perdiendo el tiempo
—No vale la pena lo que estás haciendo
Pero Daniel siguió con su propósito. Quitó la basura, reparó las paredes y, con ayuda de una bomba, buscó agua más profunda.
Pasó semanas trabajando… hasta que, un amanecer, el agua empezó a brotar.
—¡Tanto esfuerzo para algo que todos daban por muerto! —le dijeron.
Daniel sonrió:
—Dios me enseñó que lo seco no siempre está muerto, solo necesita que alguien crea en ello y trabaje hasta que vuelva a dar fruto.
Tu vida puede parecer un pozo seco, pero si la limpias de lo que sobra y buscas más profundo, encontrarás agua viva.

Montserrat Bellido Durán
Creadora del Método M.B.D.
Fundadora de Coaching Tu Éxito

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