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Historias para Reflexionar

El amor le salvó

Juan era el cuarto de cinco hermanos, su familia tenía una empresa de confitería desde hacía mucho tiempo y él trabajaba en ella. Este chico era de carácter alegre y muy piadoso, le gustaba ir a Misa a diario, de hecho, en la iglesia se enamoró de una chica de su pueblo que también era muy creyente y se llamaba María. Con el tiempo se hicieron novios, pero en esa época vino la guerra y Juan tuvo que alistarse y entrar a luchar en el frente. Al despedirse, María le regaló una Biblia para que la llevara siempre en su mochila.

En una de las batallas, el bando enemigo ganó terreno y la patrulla de Juan tuvo que retirarse. Corriendo el joven entre las balas, varias alcanzaron su mochila y traspasaron un tarro de confitura de frambuesa, que los enemigos confundieron con sangre, de manera que le dieron por muerto, pero las balas no le dañaron porque se habían clavado en la Biblia que le regaló María, ésta le salvó la vida permitiéndole regresar sano y salvo a su hogar y casarse con María.
Dios no abandona a los suyos, aunque se encuentren en plena tormenta y con muchas dificultades. Ten fe y frecuenta la Palabra de Dios. Puedes llevar siempre contigo el Evangelio, para leerlo y meditarlo, porque el buen líder es el que imita a Jesús, que es el mejor líder del mundo. Jesucristo

dio su vida por ti, por mí, por todos. Pasó por el mundo sirviendo a los demás y haciendo siempre el bien sin mirar a quien. Era humilde de corazón, le mataron y resucitó para darte a ti el éxito de que creas en su amor y con Él vivas haciendo siempre el bien, lo bueno y lo correcto. Ésto es el éxito. Quién siembra cosecha y cuando se hace bien el trabajo se recibe la recompensa.

Montserrat Bellido Durán
Creadora del Método M.B.D.
Fundadora de Coaching Tu Éxito

© copyright

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Te deseo lo mejor: ¡Éxito!

 

Tres lobos le atacaron

Carlos era un chico de veintidós años que vivía en una zona donde había muchos lobos y era difícil sobrevivir, había que estar bien preparado. Un día, Carlos tuvo que ir a cortar leña, para ello debía adentrarse en el bosque, sabiendo el peligro al que se exponía por necesidad, así que, le rezó a su ángel de la guarda: “Ángel mío, protégeme” y con miedo y confianza siguió adelante con la fe entre el oscuro paisaje… No llevaba más de diez minutos andando cuando oyó un aullido y pisadas tras de él. Sin pensárselo, empezó a correr notando que casi no podía respirar, hasta que llegó a un acantilado. Viendo que no tenía más remedio que enfrentarse a la muerte, se volteó hacia sus perseguidores, se irguió y cogió con fuerza su hacha rezando para sus adentros: “Jesús, ayúdame“. No tardaron a alcanzarle tres lobos feroces hambrientos que ya estaban dispuestos a echarse sobre el muchacho, cuando de repente, empezó a sonarle el móvil con la canción GUARDAESPALDAS del Grupo Musical Mariah’s Pop, que dejó parado al trío de mamíferos, y los atacantes se agacharon sumisos por el impacto de la música ante la sorpresa de Carlos, que viendo el buen resultado de la canción que tenía como tono de llamada, como un rayo, la buscó en YouTube para reproducirla en bucle y así pudo cortar tanta leña como quiso sin ningún riesgo.

A veces, como Carlos, tienes que cumplir tu misión aunque eso sea ponerte en peligro, porque si no lo haces tú, nadie lo hará, y debes hacerlo, y puedes encontrarte con lobos o con acantilados que te obligan a enfrentarte a esos miedos, a esas personas que no te quieren, a esas personas que te dañan, a esos obstáculos que te están impidiendo cumplir con tu misión.

Muchas veces, una llamada en un momento oportuno puede salvar una vida, ayudar a alguien… En la vida, a veces hay personas muy malas como los tres lobos que atacaron a Carlos, pero si tú cumples con tu deber y rezas, Dios les parará los pies, confía en Él.

Puedes escuchar la canción del tono de llamada de Carlos aquí:

Montserrat Bellido Durán
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La silla vacía

En el desván del abuelo de Marta, un desván ya lleno de polvo por la falta de asistencia, yacía arrinconada una silla vestida de telarañas… ¿Qué tenía de especial esta silla? A primera vista era una simple silla de madera con cuatro patas, como todas las sillas, pero Marta se sorprendía porque su abuelo nunca movía de sitio esa silla, ni en las fiestas familiares, las típicas fiestas en las que hay que recolectar sillas de cualquier rincón de la casa por falta de mobiliario ante el exceso de comensales. Vamos, que hasta miras debajo de la alfombra para ver si encuentras sillas…

Un día Marta le preguntó a su abuelo: “¿Por qué nunca usas la silla del desván, abuelo?”

-Por que esa silla es de Pedro

-¿Pedro?¿Quién es Pedro? -Preguntó la niña con curiosidad

-Un amigo que nunca llegó a venir a mi casa

-¿Si era un amigo por qué no vino nunca?

-Éramos compañeros del colegio, cada uno con sus metas… Yo quería dedicarme a lo que me gusta, él quería dedicarse a la profesión que más dinero le diese. Se fue a trabajar al extranjero y perdimos el contacto.

-Ah… ¿y por qué no usas esa silla?

-Para recordarme que yo no quiero dejar mi silla vacía.

-¿Qué silla? – la conversación se ponía más interesante por momentos…

-La silla que quiero ocupar en mi vida, todos tenemos una silla en la que debemos sentarnos y algunos retrasan con excusas el momento de sentarse, otros prefieren sentarse en la silla que les dan, y muchos prefieren estar de pie dando tumbos sin llegar a ningún lado, dejando su silla vacía…

-Vaya, qué triste, yo no quiero dejar mi silla vacía…

-Pues preocúpate de hacer lo que te gusta y lucha por tus sueños, no por los sueños que te imponen otros.

Desde entonces, Marta tuvo muy claro que ella misma iba a decidir cuál sería la silla en la que quería sentarse.

Montserrat Bellido Durán
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