Elige ser, ¿águila o cerdo?
Según tu forma de ser, de vivir, eres de una manera u otra. Hay personas que son cerdos y hay personas que son águilas.
El Cerdo es feliz revolcándose en medio del barro y la porquería, del pecado. No sabe valorar las cosas buenas, es más, las destroza con sus asquerosas pezuñas, por eso Jesús en el Evangelio nos dice a los buenos, que no arrojemos nuestras perlas a los cerdos.
Mat 7:6 (Nácar Colunga 1944) No deis lo que es santo a los perros ni arrojéis vuestras perlas a los puercos, no sea que las pisoteen con sus pies y, revolviéndose, os destrocen.
En cambio quien es como el águila vuela alto, está por encima de las cosas mundanas porque tiene los pies en el suelo y la mirada hacia el Cielo, hacia Dios. Dios le nutre el alma, es quien le da las alas de su bondad. Porque cuando eres bueno te elevas a otro nivel, al nivel de la perfección, del amor, de lo bello… Y hay paz y felicidad en tu corazón, porque vives haciendo el bien, lo bueno, lo correcto. El águila suele volar sola porque pocos se atreven a volar, y volar alto, prefieren no esforzarse en superarse a sí mismos. No desean dar lo mejor de sí, sino vivir arrastrándose entre la putrefacción del pecado, del vicio. Y se acostumbran a vivir entre personas que son cerdos como ellos y huelen mal, apestan de tanta maldad que hay en su corazón.
Hay cerdos que se piensan que pueden dañar a las águilas desde su bajeza, desde su sucia forma de vivir. Pero el águila no les hace caso y sigue volando alto hacia su éxito… Y con el tiempo, desde la altura, el águila oye chillar al cerdo cuando es tiempo de matanza, porque el cerdo comió, bebió y se revolcó en el pecado en vez de querer ser águila… Y «A cada cerdo le llega su San Martín».
Amigo, sé un águila y vuela alto. No te pares, y… No hagas caso a los cerdos…
Te deseo lo mejor, éxito.
Montserrat Bellido Durán
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