Mal y bien
Te habla Montserrat Bellido Durán, para tu éxito: Habla primero contigo mismo, y si lo crees bueno y prudente, luego lo comentas a quien le pueda hacer un bien tus pensamientos, porque las palabras siempre tienen que salir de ti para hacer el bien; si no pudieras hacer el bien con ellas, entonces no las digas, porque las palabras inducen a hechos, y si las palabras afectan mal, los hechos que se devendrán de ellas serán malos. Hay bromas que mejor no las hagas, aunque sean para divertir, porque quizás tú estás en un momento feliz, pero quien te escuche puede que pase por algún calvario personal, y entonces todo lo que le digas se lo tomará a mal. Entonces piensas; “¿es que uno no se puede divertir?”. A costa de otros, ¡nooo!, jamás de los jamases; esa diversión es malsana, hace daño, y todo daño que hagas, regresará a ti. Disfruta de otras cosas, disfruta de la paz en tus relaciones con los demás. Claro que eso no da una euforia divertida, pero da la felicidad íntima y perdurable. La paz está reñida con la felicidad explosiva, con esas bromas que son críticas despiadadas de una triste realidad del poco éxito de los demás. El buen humor es algo distinto; el buen humor es esa alegría juguetona que en tu interior te revoluciona para disfrutar de la vida, sean cuales sean las consecuencias en que atraviese tu existencia; el buen humor es como despegar del suelo, sin volar aún, porque volar es ser bueno y hacer el bien, y el buen humor es disfrutar de serlo, comprendiendo tu realidad y estando dispuesto a despegar de tu monotonía, de tu desdicha, haciendo la dicha a los demás, con las palabras y gestos que denotan buen humor, a pesar de los hechos que condicionan tu labor, esa que estás dispuesto a que sea un éxito; el buen humor es el preludio de lo bueno, es lo que hace bien a ti y a los demás, es esa sana alegría de ver lo positivo de la vida, de decidir qué vas a ganar aunque ahora estés perdiendo, o no sea todo lo positivo que quieres en tu vida; uno tiene buen humor cuando controla su interior y su exterior; el buen humor es el equilibrio entre tu yo íntimo y el personaje real que interpretas de ti mismo a imitación a Cristo, el Bueno, el que hizo siempre el bien y amaba a los niños, a los enfermos, a los que sufrían, y no los sentenciaba, aún sabiendo que sus obras eran malas, juzgando entre el bien y el mal, y juzgando, sabía que, a los que les decía “vete y no peques más”, sabía que hacían mal, no los sentenciaba, pero sí que los juzgaba, ya que al decirles que dejaran de obrar mal, es que había decidido su juicio personal, el de que obraban mal; por eso les pedía, después de hacerles un bien, ¡un milagro de su Amor!, les pedía que no volvieran a pecar, ¡eso es juzgar!, saber qué es el bien y qué es el mal, y sabiéndolo, ayudar al que se porta mal, haciéndole todo el bien que puedas hacerle, como esos milagros que Jesús les daba, que eran todo el bien que Dios puede hacer: milagros; y tú, a imitación a Cristo, debes hacer siempre el bien, aun juzgando en tu interior que, al que puedes hacerle el bien, hace el mal y peca, pero no lo sentencias a no recibir tu bien, sino que le ayudas y le dices además que no peque más, que se vaya y no peque más, porque el bien, tú, no puede vivir con el que quiere seguir pecando, porque no es bueno el ambiente del mal para que lo viva el bueno; por eso la libertad de algunos que hacen mal, hacen que los que quieren hacer el bien no estén con ellos, porque mal y bien, no pueden convivir juntos, no se avienen, y hay que buscar siempre un lugar de paz para que Dios pueda salvarte, pues en el mal vive la tentación y Dios quiere que te apartes de ella, y puede que tengas que dejar padres, casa, hijos, familiares, amigos… todo por no pecar, todo para tener éxito, porque el que peca no tiene éxito; el pecado, el no hacer lo bueno, lo correcto, es un GRAN FRACASO; y tú, que quieres el éxito en toda tu vida, sabes bien que jamás un mal puede reportarte un éxito, porque jamás es un éxito no hacer lo bueno, lo correcto.