El éxito de aceptar tu cruz

Te habla Montserrat Bellido Durán, para tu éxito: Cuando uno siente alegría en sí mismo, la propaga, no la puede esconder; ¡es lo que cambia al mundo!, esa alegría tuya, y tuya, y tuya, y mía, y de aquel y de otro; esa alegría de los que tienen éxito y disfrutan de él, y viven en él y lo propagan, ayudando a todos con su ejemplo y en todo lo que buenamente puedan, como yo comparto contigo, amigo mío, mi éxito, el saber cómo obtenerlo, cómo conservarlo, cómo mantenerlo y, sobre todo, propagarlo y disfrutarlo con todos. Tú disfrutas de mi éxito al leerme, al escuchar lo que te cuento, lo que sé por mi fe, por mi experiencia de vida y por mis propios pensamientos, que te comparto para que lo escuches, lo analices y pruebes, si quieres; y si lo haces, verás que tu éxito se te mostrará y obtendrás beneficios, tendrás triunfos y llegará tu éxito con el ejercicio de dar lo mejor de ti mismo, porque tú tienes unas grandes cualidades que quizás aún nadie ha visto en ti, pero te aseguro que las tienes y que puedes sacarlas de ti y hacer de tu vida un éxito, si quieres, si tienes voluntad y amor propio, que no es la típica autoestima, sino que el amor propio, es amarse y sacar lo mejor de ti mismo, con tus propias fuerzas, porque no necesitas a nadie más que a ti, a tu voluntad y a Dios, que ya sabes desde siempre, que te Ama y te ayudará si se lo pides; porque la religión es algo más que dogmas, que también lo es, pero esos mismos dogmas te llevan a la perfección, a la realización de sacar de ti lo mejor y ser bueno y hacer el bien… ¿pero, tú sabes el poder que tiene una persona buena para sí misma?, es invencible; porque como bien sabemos, el bien siempre gana al mal, aunque pierda algunas batallas, aunque tenga alguna derrota temporal y otros obtengan su triunfo en base a ti, al hundirte, al coger lo tuyo, lo que te pertenece en la tierra, pero jamás, ¡jamás!, podrá nadie sacarte lo que tienes en tu alma; sí que algunos podrán intentar destruir tu corazón, con traiciones y trampas, y sufrirás, pero si nunca das mal por mal, si comprendes que “¡allá ellos! y su mal”, entonces entenderás como aceptó Jesús cargar con su Cruz; lo aceptó porque se la pusieron, lo cogieron, se lo llevaron, lo pegaron y lo crucificaron, pero Jesús siempre nos mostró su éxito, ese Amor propio, de aceptar las circunstancias sin rechistar y llevar su Cruz hacia el Calvario, haciendo siempre el bien, sin insultar a nadie, sin quejarse, ejerciendo de Dios, perdonando al buen ladrón que, atormentado, también estaba crucificado a su lado; y tú, tú, tienes que hacer lo mismo, amigo mío, tienes que llevar tu cruz como la llevó Jesús, porque hay cruces que no se pueden sacar, hay momentos en la vida, que toca sufrir, sí o sí; a veces es por horas, o temporadas, o es ya definitivamente porque la enfermedad te lleva a la muerte, ya que de alguna manera tenemos que partir de aquí para ir al Amor, a Dios, que nos Ama y nos creó, y en donde viviremos para siempre, si tenemos fe en Él y proclamamos su nombre: ¡Jesús!, dando alabanzas a Dios, Uno y Trino, porque la historia nos cuenta, nos habla de su Amor, que nos Amó, nos Ama y nos Amará; y tú eres ése al que Dios Ama, sí, tú, tú que ahora que te miras, quizás te ves sin éxito y quizás no tengas esperanza, y te digo, que aunque tuvieras un segundo de vida, tan sólo con un segundo, ¡Dios puede darte el éxito de ir al Cielo con Él!, si te arrepientes de todo lo malo que has hecho, queriendo o sin querer, y le dices: “Sí, Jesús, Dios mío, ahora quiero vivir por Ti”. Y, ¡ya está!, ya tienes tu éxito, porque te aseguro que pasarás el resto de tu vida, sea en esta tierra, sea en el Más Allá, con la Divina Trinidad, un sólo Dios; ¿y tú te puedes imaginar lo que es esto?, ¡es la alegría, la dicha, el recibir AMOR a raudales!, amor del mejor, Amor de Dios, porque en Dios está todo el bien y es el Sumo Bien, y sí, te Ama a ti, a ti, precisamente a ti, y contigo quiere vivir para amarte, para entregarte ese Amor, que es vida y vida en abundancia, de todo lo bueno que quieras, porque Dios es el dueño de todo; todo es suyo, tú eres suyo, pero te deja libre, porque sí, esas son sus maravillosas reglas, el ser libre para que puedas disfrutar de tu éxito, que es bueno y hacer el bien y lo correcto, cumpliendo siempre con tu deber. Es algo grande que tú, tú, puedas decidir qué hacer con lo que haces, con lo que dices, con lo que piensas. ¡Eres libre, amigo mío!