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El paraíso perdido

Te habla Montserrat Bellido Durán, para tu éxito: Ese Paraíso perdido, tu naturaleza lo recuerda; allí la supervivencia era vida, allí los días no tenían tiempo y aún así, se vivía con los hechos, por los hechos. Lamentablemente, el Paraíso lo tenemos aún perdido, y aquí en la tierra sigue y seguirá perdido, porque no es de esta naturaleza, es de otra, la que no conoce la muerte ni la decadencia; allí todo es perfecto, como perfecto es vivir sin tiempo, en esta eternidad que nos espera cuando la muerte haga callar al cuerpo y se vaya esa alma que también somos, al Cielo o al Infierno, al sí o al no; al sí de ser semejantes a Dios en el bien y ser buenos, o al no que el Ángel caído, Satanás, y sus secuaces, le dijeron a Dios, de no querer servirle en el tener que ocuparse de nosotros y no en sus cosas solamente. Lo mismo decidimos nosotros, cada uno de nosotros, tú mismo, porque en este mundo se decide si servir a Dios con un sí, o con un no, negarle querer ser como nos creó, libres para servirle y servirnos unos a otros; porque el mundo es de todos, para todos, y todos nos necesitamos unos a otros, como el enfermo necesita del doctor, el hijo de la madre, y el esposo de la esposa, para seguir viviendo, cada vez mejor, en esta tierra, que es de todos, y que los sueños de cada uno, harán del mismo, del mundo, un mundo mejor, si siempre van unidos en hacer el bien y lo bueno, lo correcto de cumplir fielmente con el deber de cada quien, porque tú tienes un deber que te es propio, el de cubrir tus necesidades y ayudar a otros, a los niños, a los débiles, enfermos o ancianos, a tener una vida digna, en la que sus necesidades básicas estén cubiertas, porque el cuerpo tiene sus propias necesidades, y la decencia es parte de ellas, porque ser decente es proteger tu cuerpo de los ataques de los indecentes, de los que no tienen escrúpulos ni moral, y te ven como un objeto o como un animal, siendo persona como eres, con entendimiento, sentimientos e inteligencia, que hacen de ti un ser libre de decidir cómo actuar y dominar en ti mismo lo que puede dañarte o dañar a los demás, si siendo egoísta o dándote al instinto animal, no te dominas el cuerpo, que perece, por el bien de tu alma inmortal que es salida de Dios, y siendo de Él, está preparada para ser buena, como también el cuerpo puede serlo, porque también fue creado por Él, por Dios; pero el cuerpo pasó el proceso del pecado original, y en cambio, el alma sigue siempre dada en el mismo momento en que empieza a formarse el cuerpo; es tal su armonía, que no se sabe si es primero el alma o el cuerpo, lo que te hace persona; algunos dicen que el alma, otros dicen el cuerpo, lo cierto es que el cuerpo muere y el alma sigue viviendo; aún hay mucho para entender el proceso de la vida, pero lo cierto, la verdad, es que la bondad siempre será positiva, la bondad siempre te unirá a lo que Dios es, que es bueno, porque todo lo hizo bien, sólo que su propia creación, los ángeles, algunos, se le sublevaron, y por ellos, la persona fue tentada, cayendo en la mala tentación del que se sublevó a Dios, perdiendo así la Gracia, que le daba el poder de ser inmortal y tener una existencia feliz, sin dolor ni penas, como la que tienen las almas buenas, guardándose aquí, en la tierra, de pecar, o si pecan, teniendo la humildad de irse a confesar y pedir perdón por la traición de no hacer el bien y lo bueno, como Dios quiere y pide a todos, que así llevemos a cabo nuestra vida, con una conducta digna de recibir el Amor de un Dios que se entrega, pasada la muerte, en la Vida Eterna del Cielo, el Reino de Dios; donde el Amor, la dicha y la alegría llenan el alma de los que saben dominar su cuerpo y no entregarse con él, a hacer el mal en vez del bien, como hace, hizo y hará, el Sumo Bien.