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Vuela alto

Te habla Montserrat Bellido Durán, para tu éxito: El perdón no es otra cosa que aceptar la libertad de los demás y ser bueno, hacer el bien y lo correcto, comprendiendo que no todos saben hacerlo ni quieren hacerlo. Hay quien es tentado y cae, y su orgullo y soberbia, lo hace un perdedor, “¡un gusano!”, pudiendo ser una persona brillante y llena de luz, semejante a los Ángeles de Dios, que viviendo sólo por Dios, hacen siempre todo lo que Dios espera de ellos, y ellos, cumpliendo con su deber, se dedican a servirnos; ellos, los ángeles de Dios, mucho mejores que nosotros, más perfectos que nosotros, humildemente dedican toda su vida a servirnos. Dios no nos ha dejado solos en la vida, Él nos entregó al mundo, dándonos el alma, ¡lo que somos y seremos!, y poniéndonos dentro de este vehículo, que es el cuerpo, en el momento óptimo de una unión carnal entre un hombre y una mujer que, uniéndose sexualmente, pudieron, por las condiciones físicas apropiadas, darnos ese cuerpo que el alma necesitaba para andar unos cuantos años por aquí, por la tierra, para demostrarnos y demostrar a Dios que tenemos en cuenta las cualidades que Él nos dio, los talentos que a todos nos entrega, y que, con ellos, podemos hacer, tener, nuestro éxito, el de ser perfectos; y la perfección está en hacer el bien y lo bueno, lo correcto, en el cumplimiento fiel de nuestro deber. Y para ayuda nuestra, cada uno tiene su ángel de la guarda, al que puedes pedir ayuda, ayuda para cualquier cosa buena que necesites, incluso para que te despiertes a una hora determinada, incluso para protegerte del demonio; que bien sabes que son ángeles caídos, ángeles que no quisieron servirnos, porque nos tienen por inferiores; esa fue la lucha entre ellos, los ángeles, unos no quisieron servirnos, y otros sí que quisieron, pero que sepas que también en este mundo terrenal, hay, existen, están viviendo aquí, junto a ti, junto a todos nosotros, ángeles malos y ángeles de Dios; así que no me vayas a videntes, ni brujos, porque todas esas personas pueden llevarte al caos, y ¿cómo saldrás de allí?… Jamás puedes pedir que alguien te ame a la fuerza; ¿cómo vas a querer tú que alguien te ame a la fuerza, por medio de hechizos?; tú tienes dignidad y buenas cualidades para que te amen por ti mismo. ¿Y cómo vas a tener suerte en los negocios y prosperar y tener dinero, sin trabajar, sin dar de ti lo mejor; esperando recibirlo porque sí, mediante hechizos, o queriendo que otros pierdan para que tu ganes?; ¿cómo puedes pretender tener, a base de quitar la libertad de otros, pudiendo tú mismo labrarte tu propio éxito? El mundo está repleto de riqueza; ¡cuánta está esperando a que tú decidas hacer algo bueno con ella!; quizás descubrir un nuevo medicamento, quizás repartir mejor los recursos, quizás hacer producir a la tierra nuevas fuentes de energía, de productos… puedes hacer todo lo bueno y el bien que quieras hacer, sin necesidad de nadie más que de ti mismo, tu voluntad en la libertad de unirte a Dios, el Dueño y Señor del mundo, orando en nombre de Jesús, que es Dios, para que puedas alcanzar tus deseos, eso que quieres en tu corazón y no sólo en tu mente, sino que lo deseas ardientemente, porque es algo bueno. Todo lo malo, ¡échalo de ti!, tíralo fuera de tu cuerpo, no permitas que nada malo perturbe tu felicidad, la de ser poderoso por hacer el bien y lo bueno, lo correcto; de volar alto, ¡cuánto más alto mejor!, por tu capacidad de ser grande, al hacer el bien y lo bueno, lo que es correcto, que sacas de ti mismo, y puedes hacerlo porque sí. La experiencia de hacer el bien, de ser bueno, de dar bien por mal y por bien, es una experiencia que te deseo, porque es fascinante sentir esta sensación de pura libertad, de volar al máximo de tus potencias, y ver en los ojos de otros, que te miran con gratitud, dándote el visto bueno, todos estos que sufren y son aliviados por ti, y son consolados por ti, tan sólo al ver que tú eres capaz de hacer el bien y lo bueno, lo correcto, el cumplir con tu deber, cuando otros los han machacado con sus maldades, los han enfermado, destruyéndoles, sea con palabras u obras; pero tú, tú les sanas el corazón, sólo con ser bueno y hacer el bien. Y aunque otros pueden también criticarte, porque se ven incapaces de imitarte, de imitar al que tú imitas, a Jesucristo, Dios Hijo, el Verbo, el Sello, el que da a todos la salvación, si quieren; porque si tú quieres, además de poder recibir a Dios mismo en la Comunión, puedes ser salvado, puedes ser sellado con el Sello de Dios Espíritu Santo, que libra batallas por ti, porque mientras vas haciendo el bien y lo bueno, Él lucha contra los demonios y todo lo maligno que hay en este mundo, y te protege para que seas feliz y puedas hacer el bien y lo bueno, lo correcto, aunque a veces pierdas cosas o personas, pero jamás TE PERDERÁS A TI MISMO, y mientras te tengas, podrás volver a empezar una y otra vez, y sustituir lo perdido por algo mejor, porque la experiencia te servirá para tener sabiduría y enfrentarte a la verdad, a que no todos quieren tener éxito, sino que se conforman con el triunfo, porque no saben “volar”, no saben ser buenos y hacer el bien. Hay que tener caridad con ellos, porque te lo digo en serio, no saben, porque si lo supieran, NINGUNO estaría haciendo el mal y lo malo, pudiendo disfrutar de las delicias y alegrías, de las maravillas de hacer el bien y lo correcto. Ten compasión de los malos, porque no han encontrado aún ejemplos buenos, o les han dicho que la manera de triunfar es vendiéndose, que venderse es entregarse, ser una mercancía para los demás; y tú no eres una mercancía, tú eres único, y lo único, es una obra de arte, porque, busca y verás, que nadie es igual a ti, sólo tú eres tú. ¿Ves?