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Un mundo mejor

Te habla Montserrat Bellido Durán, para tu éxito: Ha llegado el tiempo, el momento de una generación que tenga éxito; ya ha pasado la generación vulnerable del relativismo; es hora de hacer un mundo mejor, de saber el bien y el mal, de confrontarlos y hacer justicia personal, y la sentencia sea una nueva personalidad, la de tener tu éxito mientras buscas lo mejor para ti, salido de ti, y con ello recibir un intercambio: dinero, por tu buen trabajo; amor, por tu amor bueno; salud, por cuidarte bien; amigos, por ser un buen amigo… y así todo lo que quieras, porque tú mismo tienes tu propia vida íntima con Dios y tu propia relación personal con Él, y es lo que hace la diferencia. Tú eres diferente, en tanto en cuanto, pidas a Dios lo que desees, trabajes bien para obtenerlo, tengas paciencia y bondad para esperarlo; y mientras esperas, tienes el éxito personal del honor, de ser una persona de honor, honorable, porque este éxito es instantáneo; el que tú te portes bien, el que tú decidas tener una vida donde el honor sea para ti una manera de vivir, en la moral, en esa dignidad moral, donde la sabiduría es la que rige tu manera de vida, donde tú mandas sobre ti mismo, jamás imponiéndote a los demás, sino que ayudándolos en todo lo que puedas, por hacer el bien y lo bueno. Ellos, todos los que entran en contacto contigo, reciben de ti, ven en ti, este honor que desprende toda tu persona, porque no entras en polémicas relativistas, tú sabes bien lo que es el bien y lo que es el mal, y te apartas del mal y valoras el bien, y haces el bien y lo bueno. Estamos a las puertas de hacer un mundo mejor, y no nos lo traerá ningún extraterrestre con nuevas filosofías o sabiduría, sino que nosotros mismos podemos y haremos este mundo nuevo, sólo cambiando nosotros mismos; no hace falta siquiera que nos reunamos, porque es Dios quien nos une a todos, al rezar cada uno a Él y pedirle los buenos anhelos de su corazón. Es Dios quien crea un vínculo espiritual, y nos reconocemos en cuanto nos vemos, por ver las obras y palabras de nuestra fe; por nuestra manera de vestir, decente, sin incitar a las pasiones sensuales y sexuales, que existen y sirven para la delicia del amor conyugal sacramental; y es bueno, y hace bien; y es romántico, saber que nos han engendrado nuestros padres, en momentos de fundirse ellos dos en amor, amor que dio fruto: nosotros. Tenemos, o tendríamos, que tener, y pueden las nuevas generaciones tener, el prestigio, el alto honor de haber nacido del amor. Yo nací del amor, mis padres se amaron y me amaron, y Dios me bendijo, siendo una hija deseada, amada, cuidada, valorada; saberme que soy yo, ¡yo!, el fruto del amor de mis padres, eso me emociona, y no puedo nada más que amarles, honrarles, bendecirles, y ser feliz con ellos; porque nací en las perfectas condiciones humanas: EL AMOR. Y así, la nueva generación, debe dar vida a sus hijos, por la maravillosa unión de amor entre los esposos, que engendran así un hijo, por ser hombre y mujer, por ser masculino y femenino, y la gracia de la feminidad, unida a la fuerza del varón, consigue, por la Gracia de Dios, tener un hijo de los dos. ¡Qué maravilla!; la vida continúa, y el hijo representa el amor con que se ama el matrimonio. En este nuevo mundo de la sabiduría, nadie hará mal, todos harán el bien y lo bueno, lo correcto, porque sabrán disfrutar de todo ello, de todo el bien que pueden crear. Cada uno es un artista, es un creador de las obras que hace, de las palabras que dice, de hacer lo que quiere hacer y hace.