Saltar al contenido

Saber discernir y esperar

Te habla Montserrat Bellido Durán, para tu éxito: Hay muchos que quieren dinero, quieren pareja, quieren una persona amiga… saben lo que quieren, pero NO CÓMO LO QUIEREN; y el primer billete, la primera persona que les atrae, el primer ser humano que les habla, creen que es la manera de ganar dinero, la persona elegida para compartir la vida, la amistad que les ayudará en fidelidad, y se engañan, porque, como dice el refrán popular; “no es oro todo lo que reluce“. Así que hay que saber cómo quieres ganar dinero, en qué deseas dedicar tu tiempo en la labor de ganar dinero, en qué quieres dar algo de ti a cambio de dinero, porque hay muchas maneras de recibir dinero y no todas son dignas, sino que hay maneras muy indignas de acceder al capital, porque hay quien se deja utilizar, y nadie tiene por qué utilizarte, ni tú tienes por qué utilizar a los demás, sino que hay que dar y recibir, dar con honor y recibir con honor, con esa dignidad moral de ser persona, de dar lo mejor de ti y querer lo mejor de otro; el éxito no está en las medianías, sino en la entrega total de dar todo lo mejor que tengas, de todo el bien que puedas hacer, de toda la bondad que puedas dar, porque tú tienes esa capacidad dentro de ti, la de ser bueno y hacer el bien y lo correcto; la de cumplir los diez Mandamientos de la Ley de Dios, esos que regulan el intercambio social y afectivo, de comunicarte con los demás y recibir su comunicación, en la más perfecta perfección, que es en el cumplimiento fiel de la Ley de Dios. No hay nada en ella que no sea grato a los demás o a ti mismo. Difícil, no niego que es difícil, y para algunos, más, porque quizás no les han enseñado, de pequeños, a dar lo mejor de sí mismos, y se han encontrado ahora, de adultos, con muchos desprecios y disgustos que, de haber ellos cumplido con la ley natural y la Ley de Dios, que está muy bien explicada, ahora tendrían éxito allí donde fracasaron; pero siempre es tiempo de primavera, de empezar una nueva experiencia de vida, la del perdón, la de perdonarse a sí mismo y a los demás, recordando, y sabiendo comprender, que se era, en algunas cosas, ignorante de la Ley, y por lo cual, no la cumplió, y en otras, era ignorante de esa fuerza que reside en la bondad, en el deseo de dar lo mejor de ti a la vida, a los demás, esa fuerza de voluntad para hacer el bien, para ser bueno y aceptar el mal y lo malo dando siempre la cara al viento, aun habiendo tormenta y tempestad, porque teniendo la calma interior de saber lo que quieres hacer, y haciendo lo correcto, puede venir un tifón, y tú seguir de pie, ante el timón que guarda tu alma de la perdición, y serena tu cuerpo de la mala tentación, por creer en las prioridades, en que es mejor dar que perder, y se pierde cuando uno guarda la fuerza de la bondad, porque nadie puede resistir siempre la bondad de tu deber de hacer el bien y lo bueno, lo correcto de cumplir con tu deber: ser bueno. Decide cómo tener éxito ganando tu dinero, cómo tener éxito eligiendo el mejor cónyuge para ti, cómo tener éxito compartiendo la buena y sana amistad de darse a los demás en el compañerismo; que la buena amistad, es ese compañerismo de la sinceridad y el perdón, que cada uno da al otro, dejándolo ser él mismo en sí mismo, y alimentándolo a dar lo mejor de sí mismo, por ser un buen amigo; que no es lo mismo un amigo que un novio, el amigo deja libre, el novio quiere ser exclusivo para ti, no puede compartirte porque quiere llegar a la boda, a la entrega total de sí mismo en el sí de ambos, ante Dios, que bendice a los cónyuges y hace un sacramento de su amor mutuo y libre, entregado para siempre, en la fidelidad de una vida con hijos, y ayuda mutua a la santidad; que es ser bueno el uno con el otro y los dos con Dios, al que han prometido un amor eterno en los dos para Dios. Y Dios bendice a los matrimonios que son capaces de vivir la fe, dar esperanza y hacer toda labor con caridad, para que el mundo sea mejor y así ellos tengan su éxito como familia, como Iglesia Doméstica, donde reinan el bien y lo bueno, haciendo lo correcto, que es cumplir con el deber de amar y amarse, de dar y darse, de aceptar recibir, y comprender y ayudar y ¡servir! Todo es posible en una familia de fe, porque allí donde hay dos, que están unidos en las buenas y en las malas que la vida da, reciben de Dios la felicidad en los momentos de alegría y la misericordia en los momentos de dolor; Dios mismo consuela de las faltas y errores que cada uno hace al otro, y los dos a la vida misma, porque Dios ama la intención y el deseo bueno del corazón de dos esposos que viven el uno para el otro, y ambos para los hijos, los padres de los dos, la familia y los amigos, vecinos, compañeros, y a todos los que tienen ocasión de encontrarse, mientras viven y se mueven en esta tierra, donde la paz se consigue luchando con uno mismo para el éxito de tener lo mejor, por dar lo mejor y esperar con fervor; ser receptores y portadores de la bondad, que siempre alegra a los demás. Aun los malos, que se burlan de la bondad de los buenos, notan su influencia en ellos, y sienten que quieren destrozar esa bondad; por eso, algunos que no hacen el bien, se hacen amigos de los buenos para destruirlos; por eso, siempre hay que elegir cómo servir, cómo deseas recibir el dinero o el amor o la amistad, porque en la calidad está la felicidad, más que en lo más accesible; por eso, espera, si aún no tienes dinero; no lo obtengas malamente, como tampoco aceptes un amor a primera vista, o porque no hay nada mejor a la vista; tú espera, porque hay en esta tierra, una persona semejante a ti, que te busca, y si es como tú, esperará a encontrarte; por eso, no te unas con prisas, sino que debes esperar a encontrar ese ideal que tienes en mente, un ideal conseguible, es decir, una persona semejante a ti, que tú eres conseguible, es decir, vives, ¡existes! Y lo mismo te digo de la amistad; es bueno tener amigos de verdad, y el tiempo es primordial en la amistad; no hay buena amistad si no ha pasado la prueba del tiempo. Todo éxito que quieras, es conseguible, Dios te lo da, pero debes saber obtenerlo y valorarlo, y saber discernir lo bueno de lo malo; no caigas en el error de muchos, de confundir dinero con capital, ni amor por sólo pasión, ni amistad por compañerismo; hay mucha diferencia; el capital son monedas para comprar, el dinero es intercambio de bienes, sea en trabajo como en mercancía; el amor es amar a la persona integralmente: cuerpo y alma, carácter, personalidad y sus circunstancias y familia, que siempre va la familia incluida en el matrimonio; y tarde o temprano saldrán los hermanos, los padres y demás familia, a interceder en vuestras vidas; eso es así, y si quieres ser feliz, tenlo en cuenta, y haz planes para dar lo mejor de ti y protegerte a ti y a tu familia de los que aún no han aprendido a hacer siempre el bien y lo bueno, lo correcto. Y en cuanto a la amistad, igual, la amistad jamás se busca; el amor romántico sí que lo puedes buscar, pero la amistad viene dada por las circunstancias; nadie pone un cartel que dice: “quiero un amigo, busco amistad”, porque en la amistad, tiene que haber empatía y circunstancias en donde puedas entregar y recibir tiempo de mutua compañía. El amor puede buscarse lejos de ti y acercarlo con las circunstancias de un noviazgo bueno, para conoceros y ver la posibilidad de amaros. No quieras ser amiga de un novio, o amigo de una novia; no hay amistad en el amor, porque hay mucha pasión y celos, si es auténtico; el amor que lleva a prometerse ante el altar mutua fidelidad, es exclusivo y no va por el camino de ser amigos, sino que se tiene muy claro que uno es masculino y la otra femenina, porque el amor conyugal va a la descendencia, y siempre se hacen los hijos por la unión de dos sexos distintos; por eso, si amas a una persona para llevarla al altar, jamás hay amistad, es otra cosa el amor, el amor es más que amistad.